lunes, 1 de diciembre de 2014

Permíteme morir...

Permíteme morir
en tu regazo frio,
dueña de la vida,
porque tu rostro es níveo
de luna muerta
y asoma por tu falda
la tiniebla, 

pálida
como flores con dos labios,

y cuando nada a tus ojos
ya importa,
manchado de tu sal
sobre mis manos
agoniza un libro de poemas.